(3:5 en el hebreo) en el versículo 13: “Todo aquel que invocare el nombre del Señor será salvo”. Invocar el nombre del Señor en el Antiguo Testamento era un acto de adoración pública, que involucraba proclamar quién era el Dios adorado. Pablo identifica “el Señor” (“Yahvé” en el hebreo) mencionado por Joel con el Señor Jesús. Así que, invocar a Jesús es no solo dirigirse a él en oración, sino también reconocer quién es. La confesión de fe enfoca la persona de Cristo. Reconoce que él es Señor.12 Además,
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